martes, 5 de julio de 2011

Reflexiones finales: experiencia de campo


Al final el curso, se impone realizar una serie de reflexiones acerca del semestre. Por un lado, es innegable que la experiencia en sí resultó muy enriquecedora – todos los trabajos de campo que se realizan en la carrera lo son de alguna manera-. Pero lo que más fuertemente se grabó en mi mente es el hecho de comprobar, una y otra vez, que hacer antropología no es una tarea fácil. Es por eso que quiero escribir un poco acerca de los aspectos positivos y negativos en la realización del proyecto.  

En nuestro caso, nos enfocamos en las economías informales de Los Guido. Las personas que nos ayudaron en la realización del trabajo fueron en general muy amables, especialmente doña Doris (dueña del bazar) y doña Lizeth (dueña del puesto de frutas). Sin embargo, en ocasiones fue muy difícil coordinar las visitas debido a nuestros horarios distintos o incluso a la lluvia, que fue un aspecto que tuvimos que tomar en cuenta en el caso del puesto de frutas. Si llovía temprano, ellos regresaban con su carretilla a la casa y no era posible tomar fotografías. Sin embargo, doña Lizeth y su esposo fueron tan amables con nosotros que hicieron la experiencia sumamente agradable, tanto al entrevistarlos como al tomarles fotografías. Fueron muy colaborativos y nos ayudaron en todo lo que pudieron para que el trabajo resultara de la mejor manera posible. Una de las experiencias más gratas del proyecto fue precisamente cuando les tomamos las fotos, pues llegamos una mañana muy soleada justo cuando se preparaban para instalar su venta. Hacía un par de días habían ido al mercado, así que estaba bien surtida. Permitieron que nos quedáramos con ellos y que tomáramos todas las imágenes que necesitábamos. Estuvimos ahí un buen rato y eso nos permitió observar la dinámica de la comunidad y cómo ellos se relacionan con los vecinos, algunos de los cuales formaron parte del trabajo de otros compañeros, como en el caso de don Urbano.

También fue así con doña Doris. Ella fue muy abierta, nos contó muchos detalles de su vida y sobre todo compartió con nosotros sus impresiones acerca de cómo su anhelo se hizo realidad, que consistía ser capaz de hacer lo que le gusta y cuidar de su hijo al mismo tiempo. Se puso a nuestra disposición para todo lo que necesitábamos y al igual que doña Lizeth y su esposo, nos permitió tomar todas las fotos que quisimos de ella, del bazar y de los productos. Como único aspecto negativo debo decir que a pesar de toda su buena disposición, tomar fotos no fue una tarea fácil, especialmente dentro del local, debido a la falta de luz y de espacio. Más allá de eso, fue en realidad muy fácil trabajar con ella. No ocurrió lo mismo con los dueños de la pulpería, don Francisco y doña Cecilia. Al principio se comportaron de manera muy abierta y atenta. Aunque nunca dejaron de ser amables con nosotros, posteriormente su actitud fue un poco más reservada, por eso fue tan difícil tomarles fotografías.

Finalmente, uno de los aspectos más positivos del curso fue la actividad del sábado pasado, que resultó muy amena. A pesar de que en nuestro caso específico ninguno de nuestros colaboradores pudo asistir, creo que la comunidad y sobre todo los participantes quedaron muy satisfechos con el trabajo realizado y con el hecho de ver reflejada su vida y sus experiencias de vida en Los Guido en resultados tangibles, en algo que pueden ver y escuchar y que les quedará en el futuro. Solo esto marca una gran diferencia con respecto a los tradicionales trabajos que usualmente toman la forma de asignaciones teóricas que nunca llegan a manos de la comunidad. Es por eso que al evaluar mi acercamiento a la Antropología Visual obtengo un balance muy positivo. A pesar de no sentirme especialmente atraída hacia la parte fotográfica o audiovisual en general, sí valoro la oportunidad que esta forma de hacer Antropología representa. Al facilitar acercarse a los colaboradores, los métodos de la Antropología Visual brindan excelentes posibilidades para que ellos se beneficien de la labor que realizamos y así la antropología se convierte realmente en una disciplina de diálogo e interacción. 

Laura Orozco S.

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